Reseña Literaria Gabriela Montenegro Leyva

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El Retrato de Dorian Gray (1890) de Oscar Wilde

Este libro es considerado en la literatura como la obra más moral de las historias de inmorales. Esta relato le ha valido a su autor superar el calificativo de escritor y ser considerado casi como un filósofo. Dorian Gray a cambio de la eterna juventud entrega su alma y termina siendo corrompido por la malvada influencia de su mentor.

Antes de continuar, daremos una pequeña biografía de nuestro autor: Oscar Wilde.

Escritor británico, nacido el 16 de octubre de 1854 en Dublín, Irlanda. Hijo del cirujano William Wills-Wilde y de la escritora Joana Elgee. Wilde tuvo una infancia tranquila y sin sobresaltos. Estudió en la Portora Royal School de Euniskillen, en el Trinity College de Dublín y, posteriormente, en el Magdalen College de Oxford, centro en el que permaneció entre 1874 y 1878 y en el cual recibió el Premio Newdigate de poesía, que gozaba de gran prestigio en la época. La lectura de autores como John Ruskin y Walter Pater conformó por esos años su ideario estético.

Oscar Wilde combinó sus estudios universitarios con viajes (en 1877 visitó Italia y Grecia), al tiempo que publicaba en varios periódicos y revistas sus primeros poemas, que fueron reunidos en 1881 en Poemas. Al año siguiente emprendió un viaje a Estados Unidos, donde ofreció una serie de conferencias sobre su teoría acerca de la filosofía estética, que defendía la idea del «arte por el arte» y en la cual sentaba las bases de lo que posteriormente dio en llamarse dandismo.

A su vuelta, Oscar Wilde hizo lo propio en universidades y centros culturales británicos, donde fue excepcionalmente bien recibido. También lo fue en Francia, país que visitó en 1883 y en el cual entabló amistad con Verlaine y otros escritores de la época. En 1884 contrajo matrimonio con Constance Lloyd, que le dio dos hijos, los cuales rechazarían el apellido paterno tras los acontecimientos de 1895.

¿Qué es una RESEÑA?

Una reseña literaria es una forma de escribir en la que se analiza y evalúa una obra literaria, como un libro, una novela, un cuento o un poema. El objetivo de una reseña literaria es brindar a los lectores una idea general de la obra y ayudarles a decidir si les gustaría leerla o no.

El reseñador comparte sus opiniones y reflexiones personales sobre la obra, destacando aspectos como el estilo de escritura, los personajes, la trama, los temas abordados y cualquier otro aspecto relevante.

Es importante mencionar que una reseña literaria debe ser objetiva y fundamentada en argumentos sólidos. Aunque puede incluirse una opinión personal, esto ayuda a los lectores a tener una visión más informada y a tomar sus propias decisiones.

El espacio de reseñas literarias está pensado para  proporcionar recomendaciones de libros adecuados a las diferentes edades y gustos. Además de brindar una visión general de las obras literarias y ayudar a fomentar el interés por la lectura en los niños y jóvenes.

Entre 1887 y 1889 editó una revista femenina, y, en 1888, publicó un libro de cuentos, El príncipe feliz, cuya buena acogida motivó la publicación, en 1891, de varias de sus obras, entre ellas “El crimen de lord Arthur Saville”. El éxito de Wilde se basaba en el ingenio punzante y epigramático que derrochaba en sus obras, dedicadas casi siempre a fustigar las hipocresías de sus contemporáneos. También se reeditó en libro una narración publicada anteriormente en forma de fascículos, El retrato de Dorian Gray, la única novela de Wilde, cuya autoría le reportó feroces críticas desde sectores puritanos y conservadores debido a su tergiversación del tema de Fausto.

No disminuyó, sin embargo, su popularidad como dramaturgo, que se acrecentó con obras como Salomé (1891), escrita en francés, o La importancia de llamarse Ernesto (1895), obras de diálogos vivos y cargados de ironía; la primera de ellas fue estrenada por la célebre actriz Sarah Bernhardt en 1894. Su éxito, sin embargo, se vio truncado en 1895, cuando el marqués de Queenberry inició una campaña de difamación en periódicos y revistas acusándolo de homosexual. Wilde, por su parte, intentó defenderse con un proceso difamatorio contra Queenberry, aunque sin resultados, pues las pruebas presentadas por el marqués daban evidencia de hechos que podían ser juzgados a la luz de la Criminal Amendement Act.

El 27 de mayo de 1895, Oscar Wilde fue condenado a dos años de prisión y trabajos forzados. Las numerosas presiones y peticiones de clemencia efectuadas desde sectores progresistas y desde varios de los más importantes círculos literarios europeos no fueron escuchadas, y el escritor se vio obligado a cumplir por entero la pena. Enviado a Wandsworth y Reading, donde redactó la posteriormente aclamada Balada de la cárcel de Reading, la sentencia supuso la pérdida de todo aquello que había conseguido durante sus años de gloria.

Recobrada la libertad, cambió de nombre y apellido (adoptó los de Sebastian Melmoth) y emigró a París, donde permaneció hasta su muerte (30 de noviembre de 1900, París). Sus últimos años de vida se caracterizaron por la fragilidad económica, los quebrantos de salud, los problemas derivados de su afición a la bebida y un acercamiento de última hora al catolicismo. Sólo póstumamente sus obras volvieron a representarse y a editarse. En 1906, Richard Strauss puso música a su drama Salomé, y con el paso de los años se tradujo a varias lenguas la práctica totalidad de su producción literaria.

A pesar de la difícil vida de nuestro autor, él nos dejó varias obras que en la actualidad siguen siendo valiosas; por eso, nos centraremos en su libro más importante: El Retrato de Dorian Gray.

Nuestro personaje principal es un hombre que busca la inmortalidad y para encontrarla, para evitar envejecer y perder aquella belleza que poseía, tiene que asesinar. Es una reflexión bastante profunda acerca del bien y del mal. El irlandés nos ensaña lo que puede ocurrir si llegamos a aspirar a ser Dios. En la historia, hay un retrato, un cuadro que refleja el rostro de Dorian Gray, que sufre cambios por momentos, puesto que su rostro envejece, es por esto que tuvo que cometer crímenes para mantener un rostro juvenil, un rostro ESPECIOSO.

Esta obra está ubicada en la escuela literaria del realismo que denota en la obra por el uso de observaciones y descripciones detalladas en el contexto textual, presentes para crear un ambiente ficticio, cuyos aparentes aspectos de la realidad lo hacen accesible al lector. Dichos objetivos emergieron en la literatura, principalmente, a través de la novela, que podría, estrechamente, aproximar el dialogo y detalle de la vida humana mejor que la poesía, el cuento o, aún, el drama.

Pero, profundizándonos más en la historia, podemos llevarnos sorpresas y aprendizajes enormes.

. El giro hacia “el bien”- Dorian Gray intenta “salvar su alma”

Desde que Dorian descubriera aquel primer cambio producido por sus malas acciones en el retrato, empieza a horrorizarse por la fealdad de su alma, hasta llegar a un punto en que decide cambiar, en sus intentos por salvar su alma lo persiguen también los pecados de sus antepasados. Este temor va muy ligado a la idea de alma expresada por Platón en sus Diálogos. A Dorian “le obsesionaba la muerte en vida de su propia alma” (Wilde, El retrato 237). Subyace en tal obsesión un trasfondo filosófico que puede ser reconocido fácilmente en los escritos de Platón. Para el filósofo griego, que el alma se retirase “pura, sin conservar nada del cuerpo, como si durante la vida no hubiera tenido con él voluntariamente ninguna relación, sino, al contrario, habiéndole huido y estando siempre recogida en sí misma en meditación, es decir, filosofando y aprendiendo a morir”, era una adecuada “preparación para la muerte” (Platón, 67). El final de Dorian Gray parece ilustrar a la perfección esa separación entre cuerpo y alma de que hablara Platón. Dorian Gray fracasa al intentar “matar el pasado”, destrozar el cuadro que representaba su alma. Al parecer el alma queda intacta, deshaciéndose del cuerpo y dejando contenidos en éste todos sus pecados. La lucha que se establece entre Dorian y el cuadro que contiene su imagen tiene un alto valor simbólico. Citamos a continuación ese pasaje de la novela:

“Miró a su alrededor, y vio el cuchillo con el que apuñaló a Basil Hallward. Lo había limpiado muchas veces, hasta que desaparecieron todas las manchas. Brillaba, lanzaba destellos. De la misma manera que había matado al pintor, mataría su obra y todo lo que significaba. Mataría el pasado y, cuando estuviera muerto, él recobraría la libertad. Terminaría con aquella monstruosa vida del alma y recobraría la tranquilidad. Apuñaló el retrato con su arma.

Se escuchó un grito y el golpe de una caída. El grito puso de manifiesto un sufrimiento tan espantoso que los criados despertaron asustados y salieron en silencio de sus habitaciones… Vieron, colgado de la pared, un retrato de su amo tal y como estaba la última vez, espléndidamente bello y joven. En el suelo, encontraron el cadáver de un hombre mayor, arrugado. Vestía de etiqueta, y tenía un cuchillo clavado en el corazón. Pudieron reconocerlo por las sortijas que llevaba en las manos (Wilde, El retrato 238-239).”

Sólo lo material queda como evidencia de que el cadáver pertenece a Dorian Gray, no hay vestigios de espiritualidad, no son reconocibles su rostro ni su mirada: el alma ha escapado, se ha separado del cuerpo pernicioso. ¿Sugiere Wilde que existe una posible salvación para los pecadores? ¿Que incluso cuando la sociedad los condenase hallarían el modo de limpiar su alma, dejando sólo al cuerpo como depositario de todas las malas acciones? Esta supuesta alusión al cristianismo emparenta con las ideas de los filósofos griegos aquí tratadas. En ambos casos debe existir una voluntad en el hombre de salvar su alma, y esa voluntad la vemos en Dorian Gray ya casi al final del relato, cuando se produce en este personaje un giro que pudiéramos denominar “hacia el bien”, el cual se hace patente por sus afirmaciones de que ha cambiado. Tras una vida llena de pecados, dominada según Dorian por el cuadro —el arte como tabú—, Dorian Gray había decidido que “iba a ser bueno” (Wilde, El retrato 237).

 

. Intertextualidad y tratamiento del amor

“Hijo del Amor y de la Muerte”, Dorian Gray incorpora al relato de Wilde todo el espíritu griego. En la primera parte de esta obra el personaje protagónico parece querer emular a la virtud. Su amor por Sibyl Vane le eleva al más puro de los sentimientos. “¡Era la criatura más encantadora que había visto jamás!” (Wilde, El retrato 61) —así se la describe Dorian Gray a su amigo lord Henry (Harry):

“Una vez me dijiste que el patetismo no te conmovía en absoluto, pero que la belleza, la simple belleza, podía hacerte llorar. Te lo aseguro, Harry, casi no podía ver a esa muchacha porque siempre tenía los ojos nublados por las lágrimas. ¡Y su voz! No he oído nunca una voz semejante… La quiero, Harry. Para mí lo es todo (Wilde, El retrato 61).”

El amor es uno de los grandes temas que se bifurcan en El retrato de Dorian Gray. A la manera de los girasoles de Van Gogh, tiene un aspecto retorcido que, sin embargo, proviene del mismo pozo filosófico que todas las demás perspectivas que pudieran citarse sobre el amor. El amante Dorian Gray quiere hacer su amor valedero gritándolo al mundo, desea sublimar esa pasión por encima de otras: “Deseo dar celos a Romeo. Quiero que todos los amantes muertos oigan nuestras risas y se sientan entristecidos. Quiero que un soplo de nuestra pasión remueva su polvo, despierte sus cenizas y los haga sufrir. ¡Oh, Harry, cómo la adoro!” (Wilde, El retrato 65).

El tema del amor va a ser tratado al más puro estilo griego. Por un lado, la sublimación del amor;3 por otro, la tragedia. Y en medio de los dos, el mito. El mito de Narciso amándose a sí mismo más que a nada ni nadie en el mundo es reflejado a la perfección en el personaje de Dorian Gray, pero el Narciso de Wilde va mucho más allá: está dotado del exceso y la renuncia que en la vida de cualquier ser humano corresponden al ascenso y a la caída. El investigador Patrick Duggan asocia estos dos momentos cruciales del relato con “una alegoría acerca de la moralidad, orientada a criticar, más que a aprobar el seguir nuestros impulsos tan ciega y obedientemente como lo dicta el esteticismo”4 (9). Sin embargo, sabemos que mucho más allá de esa moraleja yace un conflicto existencial inherente a todo ser humano. A nuestro juicio, Wilde no se ha limitado a exponer la conducta esteticista excesiva como un atentado contra la moral victoriana, ha hurgado además en los insondables abismos de la psyche humana, que hacen al hombre debatirse entre el ser y el deber ser.

 En mi opinión, esta obra es realmente importante y muy entretenida. Cuando la leí por primera vez me cautivó, hechizó mis ojos, no pude dejar de leerla. Además de tener una trama interesante, tienen mensajes filosóficos, significados para cada elemento e incluso personajes, y de lo que representa la novela en la vida real.  El retrato de Dorian Gray es un símbolo del arte como espejo de las acciones de las personas. A lo largo de la obra el amor por la belleza física aparece acompañado de una significación moral, seguida de la autoconciencia.

Su protagonista, Dorian Gray, representa el exceso de hedonismo y esteticismo. Sus acciones se ven impulsadas por un conflicto existencial causado por su temor a envejecer y, en última instancia, a la muerte misma. El propio Lord Henry despierta en Dorian este temor a la muerte y el envejecimiento.

Con El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde parece querer decir a los lectores cuáles son los peligros de obsesionarse por la belleza física y los placeres: la perdición, llegar a un punto en el que uno se hace daño a sí mismo y a quienes le rodean. En resumen, cómo la obsesión por un cuerpo bonito puede llegar a pudrir las almas.

En conclusión, hasta el presente, El retrato de Dorian Gray ha sido analizado desde puntos de vista esteticistas, morales, y literariamente formales. No se conoce de estudios previos que hayan abordado esta novela desde una perspectiva filosófica o psicológica. En los argumentos esteticistas que se han vertido sobre la obra tampoco aparecen referencias al objeto de arte como tabú. Sin embargo, el análisis nos ha llevado a concluir que en su elaboración de El retrato de Dorian Gray Wilde estuvo guiado tanto por la filosofía existencialista como por los estudios del inconsciente, de gran relevancia en su época de escritor.

Desde ese primer momento crucial en que Dorian Gray toma conciencia de la cercanía de la muerte, hasta su fin, Wilde demuestra que el inconsciente no se adapta a regulaciones moralistas y que, en ocasiones, su fuerza llega a dominar al ser humano. En El mito de Sísifo este miedo tremendo al paso de los días será explicado por Camus, como hemos citado con anterioridad.

 

El Arte, tan relacionado con el inconsciente, será utilizado por Wilde como un objeto con poderosas influencias sobre la mente humana y sobre el comportamiento del hombre. Wilde juega con la idea del arte como tabú, pues todo el que tiene relación con el cuadro de Dorian Gray recibe algún terrible castigo o paga con su vida. Es posible que aludiera en este caso a las restricciones de la moral victoriana, llegando a insinuar que el arte no gozaba en ella de toda la necesaria libertad. Mediante el arte se podía educar —idea presente en su maestro Ruskin—, pero también mediante el arte se llegaba a cuestionar, a provocar, a incentivar libertades que quizá un régimen conservador no viera con buenos ojos.

Los filósofos griegos Aristóteles y Platón representan un gran asidero en esta obra de Wilde; conceptos de la narrativa aristotélica han sido seguidos con esmero las ideas de Platón sobre el arte y sobre el alma han sido expuestas tanto explícita como implícitamente. Se añade a ello la gran fuerza dramática de Shakespeare, elegida con admiración y citada en repetidas ocasiones. Por otro lado, las enseñanzas recibidas de su maestro Walter Pater son evidentes en el modo de concebir el arte y de referirse a éste. Conociendo el abismo existente entre el amplio cuerpo de investigación académica que se ha realizado sobre Wilde y la percepción que los lectores en general tienen sobre su obra, sobre todo desde una perspectiva existencial.

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